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Hallarme a Van Gogh

Foto del escritor: Aurora Luna WalssAurora Luna Walss

“Casa de campo con campesinos volviendo a casa” Vincent Van Gogh Óleo sobre tela, 1885 Museo Soumaya, Ciudad de México
“Casa de campo con campesinos volviendo a casa” Vincent Van Gogh Óleo sobre tela, 1885 Museo Soumaya, Ciudad de México

Hace unos días, al leer noticias de arte en diarios digitales, encontré la foto de un fragmento del diario francés “Le Petit Journal”, publicado el 26 de diciembre de 1888, tres días después de los hechos, en el que se narra en un pequeño artículo, la forma en la que Vincent Van Gogh se corta la parte inferior de la oreja, después de un pleito con su amigo Gauguin.


Cuando leí la noticia desde la fuente original, ese periódico viejo, impreso hace más de un siglo, me sentí profundamente conmovida. La vida de este gran artista siempre ha sido motivo de mi respeto y admiración, su enorme sufrimiento interior, sus dolencias físicas, su febril manera de pintar anclándolo a una vida en la que buscó refugiarse y suplir sus carencias, me hacen sentir impotencia, ternura, piedad. A la noticia que leí sobre la publicación en un periódico parisino del corte de su oreja, se sumó la de haber encontrado que una pintura dejada en el olvido por años, resultó ser un original pintado por el artista. ¡Vaya dos grandes noticias en una misma semana!


Al tener estos dos acontecimientos frente a mí, me viene a la mente una palabra un poco incómoda: “Autenticidad”. ¿Por qué sería importante que el cuadro recién asignado a Van Gogh, artista fallecido hace más de cien años, fuera auténtico?, ¿Para que valga más?, ¿Para poderlo exhibir en museos famosos y reconocidos?, ¿Para que el propietario del cuadro se haga rico?. Además, ¿Por qué resucitar ahora y de manera paralela al descubrimiento del cuadro, la historia del corte de la oreja?


Imagina que vas por la calle y ves brillar algo, es un objeto que no reconoces de inmediato pero conforme te acercas adquiere forma y color, se trata de una moneda…dime, ¿es lo mismo que sea de 10 centavos a que sea de 10 pesos?, por supuesto que no, pero supón por un momento que la moneda es extranjera y desconoces tanto su valor como su procedencia. Algo dentro de ti te dice que debes averiguar, así que la llevas a que la valúen y para tu sorpresa resulta ser una verdadera joya y de la noche a la mañana te has hecho rico. ¿Pedirías una segunda opinión? En el caso del cuadro de Van Gogh y su autenticidad, se pidieron no una, sino muchas opiniones de varios expertos y aunque el cuadro había sido rechazado como original con anterioridad, las decisión final, dada a principios del mes de septiembre de este año, concuerda en decir que el cuadro pertenece al artista. Algunas de las evidencias dicen que coincide con ser el numero 180 de la colección que guardó Theo Van Gogh y fue pintado en Arles, Francia, en un lienzo y con pinturas y materiales idénticos a los utilizados por el artista en los últimos años de su vida. Por si fuera poco, el mismo Van Gogh habla del lugar en el que lo pintó en una de sus más de 800 cartas. Por tan contundentes evidencias, la obra se declara original.


En lo personal, encuentro mucho romanticismo, gracia y emoción en la historia de la oreja cortada, (historia de la cual, por cierto, no tengo dudas en lo general, pero no confío mucho en los detalles, por ejemplo, aquel que dice que inmediatamente después de cortarla, se la regaló una prostituta llamada Rachel).


Por otra parte, encuentro evidencias que sustentadas en el método científico, intentan convencer de la originalidad de un cuadro. Ambas historias contienen trazos discutibles, probablemente inciertos y de los cuales, se ha hablado y se hablará aún más.


La verdad…para ser sincera nunca creo llegar a saberla en su totalidad, pero decido creer y aceptar como ciertas ambas historias, permitiéndome la duda en algunos detalles, quizá no estés de acuerdo conmigo y decidas ser más escéptico que yo, sin embargo y dando el valor que merece a toda la emoción que me causa este artista a mí y a los miles de personas que comparten esta experiencia, deseo que Vincent, el ser humano, el pintor autodidacta, el pelirrojo holandés a quien conozco y de quien quiero aprender a través de sus cuadros, el que me regala su vitalidad, toda su ingenuidad, su fuerza, candor, enfermedades, sufrimiento y lucha por la vida cada vez que observo su obra, siga vivo por siempre y sea recordado tanto por su admirable manera de pintar y su cuantiosa producción, como por la controversia que sigue generando, finalmente, dudar de la autenticidad de un cuadro entre más de ochocientos que el artista pintó, realmente no me resulta significativo.


Creo que para Van Gogh sería significativo y sorprendente si pudiera enterarse del poco conocido hecho, de que en nuestro país podemos ver de cerca dos originales de este gran artista en el Museo Soumaya de la Ciudad de México, donde se exhiben de manera permanente “Casa de campo con campesinos volviendo a casa” y “Pastor con un rebaño de ovejas”, pintadas en 1885 y 1884, respectivamente. Hay que verlas ¿no crees?


“No puedo cambiar el hecho de que mis cuadros no se venden. Pero llegará el momento en que la gente reconozca que valen más que el valor de las pinturas utilizadas en el cuadro”.
Vincent Van Gogh


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