Valeria
- Aurora Luna Walss
- 27 mar
- 3 Min. de lectura
Actualizado: hace 11 minutos

"Sana", "valerosa", "valiente", estos son los significados del nombre propio femenino que elegí para llamar a mi hija, hace algunos años, cuando por segunda vez estuve embarazada, después de perder en un aborto espontáneo al primero de mis hijos.
Tanto mi madre como la de mi esposo, esperaban prolongar su descendencia a través de nosotros y con ello, mi embarazo no solamente era deseado, sino obligatorio en el cumplimiento de las expectativas familiares y sociales.
La vida de Valeria dentro de mi cuerpo representaba la esperanza, el amor, la compañía, la inocencia, el juego infantil y el deseo de cumplir lo que se esperaba de mí como una mujer joven, casada y perteneciente a familias tradicionales y conservadoras.
Los meses que esta niña tan soñada vivió dentro de mí, estuvieron llenos de luz, de color de rosa, de ganas de abrazar y sentir su cuerpecito junto a mi corazón y de escuchar su risa dulce y suave en mis oídos. Lo curioso, es que aún a tantos años de soñarla, sigue presente en mi vida, aún cuando nunca la pude siquiera abrazar.
Valeria nació a los seis meses de gestación. Luchó por vivir hasta donde sus pequeños y delicados pulmones se lo permitieron, estuvo como los doctores quisieron sin pedir mi opinión, sola y dentro de una incubadora a la que nadie me acercó después del parto.
Es inútil recordar los detalles de su nacimiento, que fue tan triste, tan doloroso y tan pero tan desolador para mí. La vida en pocas horas me enseñó lo importante que es "hacerse cargo de uno mismo", y pude entender que la conciencia incluye decidir lo que uno quiere aún a pesar de la familia, de las personas cercanas y de los estereotipos.
A Valeria, le quedé a deber el estar cerca de ella al nacer, que cambié por la obediencia de cuidados sin sentido de mi persona y de ella misma. Por Valeria lloré muchos años, pidiendo perdón por no haber podido ni haber sabido lo que debí hacer o no hacer en el poco tiempo que ella estuvo viva.
Al paso del tiempo, mucho tiempo, poco a poco, sané, perdoné y me perdoné, y pude decidir quedarme para siempre con ella en el recuerdo, en el corazón, en el cuerpo y en la memoria.
Pinté un cuadro en el que ella y yo somos una misma y nos fundimos en el camino de estar para siempre iluminadas por el amor y rodeadas de tres mariposas que representan a los que más adelante llegarían a alegrar mi vida. Valeria es esa niña de cabellos castaños que sostengo en mi brazo y que nunca me cansaré de tener junto al corazón mientras avanzo con ella para siempre, junto a la vida, aún cuando deba rodearme de un ensueño irreal de color rosa para poder traspasar umbrales duros y ásperos de adversidad.
Yo tengo para siempre a una hija a la que recuerdo cada día y en cada paso que doy, en cada decisión y en cada momento en el que me confirmo como persona y como mujer.
La pintura al óleo sobre tela titulada "Aurora y Valeria", mide 90 X 100 cm, no está disponible para venta. Colección de Aurora Luna Walss.

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