Uno de los objetivos del ser humano a lo largo de la vida es el alcance del bienestar y el logro de la felicidad. Esta última es entendida como un concepto subjetivo que podemos experimentar por períodos en los que asociamos una “experiencia feliz”, con sentirnos extasiados, tranquilos, en calma y satisfechos por ejemplo. El bienestar es más fácil de definir y en él nos encontramos cuando gozamos de buena salud, de estabilidad emocional, psicológica y económica, así como de seguridad, confianza y buenas perspectivas en el desarrollo de vida que nos hemos planteado.
Para lograr sentirnos bien y ser felices, así como para ser conscientes, es necesaria la salud física y la salud mental, permitiendo un desarrollo y experiencia vitales en plenitud.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, es ideal que el ser humano goce de un completo bienestar físico, mental y social y evite la enfermedad, que a su vez define como “modo de vivir aflictivo, anómala y relativo a una alteración del cuerpo”. Esta organización define la salud mental como el “estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a la comunidad”.
Para Erich Fromm, la salud mental consiste en “la capacidad de amar y de crear, por la liberación de los vínculos incestuosos con el clan y el suelo y por un sentimiento de identidad basado en el sentimiento de sí mismo y agente de las propias capacidades, por la captación de la realidad interior y exterior a nosotros, es decir, por el desarrollo de la objetividad y la razón”. Asimismo, se atribuye a Sigmund Freud el haber conceptualizado la salud mental en “la capacidad de amar y de trabajar”.
La creatividad es un concepto interesante y completo influenciado por factores emocionales, psicológicos y sociales, que ha ido complementándose a lo largo de la evolución del ser humano y por tanto, se ha retroalimentado en función del aprendizaje y conocimiento adquirido, así como de los afectos, la educación y la misma interacción en tiempo y espacio compartidos por el género humano y el medio ambiente.
La novedad y la aportación a lo existente, son constantes en el desarrollo y conceptualización de la definición misma de “creatividad”.
Mihaly Csikszentmihaly científico e investigador cuyas propuestas en relación a la resiliencia y desarrollo humano en psicología positiva, plantea que la creatividad no es solamente un proceso que ocurra en el interior de la mente de las personas, sino que siendo un concepto amplio e incluyente, es en realidad un proceso social, cultural y psicológico, que se retroalimenta desde y hacia la relación e interacción social y medioambiental.
Para el autor, la creatividad es el resultado de la interacción de un sistema compuesto por tres elementos: una cultura que contiene reglas simbólicas, una persona que aporta novedad al campo simbólico, y un ámbito de expertos que reconocen y validan la innovación. Los tres subsistemas son necesarios para que tenga lugar una idea, producto o descubrimiento creativo (Csikszentmihalyi, 1988a, 1998, 1999).
De esta manera, una persona creativa es aquella que además de generar ideas y propuestas que lleva al plano material, se comunica, actúa, se relaciona y retroalimenta sus propios procesos cognitivos, afectivos, relacionales espirituales, tanto con otras personas como con el tiempo, espacio y cultura con el que se desenvuelve.
Mantenerse creativo a lo largo de la vida, es entonces una cuestión que se relaciona con mantenerse activo y positivo, sostener una conducta proactiva en la que la salud, el deporte, el trabajo, las relaciones sociales y el desarrollo espiritual se conjuguen en una experiencia de aprendizaje continuo.
De esta forma, las ideas que puede tener una persona, cobran una importancia trascendental en cada intento de ser llevadas a cabo. Probar es lo importante, tener éxito o fracaso son consecuencias secundarias del intento, que es el acto más importante que hace de la cognición una interacción. Ser creativo permite al ser humano sentirse vivo, actual, vigente, propositivo, aporta temas de conversación, de búsqueda y de estudio, que generan nuevas fuerzas y energía para seguir adelante con nuevos proyectos.
Para ser creativo se requiere voluntad y decisión, desarrollar esta capacidad es posible a través del arte, el deporte, la ciencia, la tecnología. De manera particular, el espacio creativo que provee un taller de arte, es un espacio seguro en el que la persona puede desarrollar sus ideas utilizando materiales, técnicas y procesos cuya aplicación metafórica, permite trasladar el desarrollo con la vida real, generando seguridad y confianza crecientes a partir de la práctica artística perseverante, ya que la creatividad se desarrolla de manera constante y recurrente y requiere tiempo y esfuerzo.
Csikszentmihaly categoriza a las personas creativas en tres tipos básicos: (a) Personas brillantes, aquellos que expresan pensamientos inusitados, interesantes y estimulantes; (b) Personalmente creativas, son aquellas personas que experimentan el mundo en forma novedosa y original, una creatividad de naturaleza subjetiva; (c) Los creativos, son aquellos que alcanzan logros públicos, los que él estudia.
Asimismo, este autor define a las personas creativas con diez cualidades o características de personalidad, que son cambiantes, adaptables y dinámicas.
(1) los individuos creativos tienen gran cantidad de energía física, pero también están a menudo callados y en reposo
(2) tienden a ser "vivos" pero también ingenuos al mismo tiempo
(3) existe en ellos una combinación entre carácter lúdico y disciplina
(4) alternan entre la imaginación y la fantasía en un extremo, y un arraigado sentido de la realidad en el otro
(5) acogen tendencias opuestas en el continuo entre extraversión e introversión
(6) muestran humildad y orgullo al mismo tiempo
(7) escapan, en alguna medida, al rígido estereotipo de los papeles por razón del género. Esto es, una persona creativa tiende a ser psicológicamente andrógina, duplicando su repertorio de reacciones y pudiendo relacionarse con el mundo de una manera más rica y variada
(8) la persona creativa es tradicional y conservadora, a la vez que rebelde e iconoclasta; (9) la mayoría siente gran pasión por su trabajo, pero también pueden ser intensamente objetivas con respecto a él
(10) La apertura y sensibilidad de los individuos creativos a menudo los expone al sufrimiento y dolor, pero también a una gran cantidad de placer.
Es de llamar la atención que de acuerdo a lo anterior, la persona creativa mantiene una actividad constante y permanente, promueve su propia salud y renueva su energía, de esta forma es posible afirmar que una persona creativa desarrolla su auto estima, se toma en cuenta a sí misma, se ama y ama, acrecienta su capacidad de trabajo y valora sus propios esfuerzos. Podemos concluir que los artistas no son necesariamente y en todos los casos personas creativas, mientras que muchos seres humanos, en sus diferentes contextos y áreas de desarrollo son sumamente creativos. La salud mental y la creatividad, son ambas cuestiones de amor.
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