Arte Degenerado
- Aurora Luna Walss
- 27 mar
- 5 Min. de lectura

En esta ocasión comparto una historia que forma parte de uno de los eventos más negros, más grandes, más dolorosos y más vergonzosamente importantes en la historia de la humanidad, voy a comentar sobre un delito que dará mucho de qué hablar e incluso mucho por qué luchar, regular y establecer clara e internacionalmente cuando se habla de arte.
Como si la muerte de miles de personas a manos de hombres crueles, sanguinarios y racistas no hubiera sido suficiente, también durante la Segunda Guerra Mundial los nazis atentaron en contra de la expresión, las emociones, los pensamientos y las manifestaciones de miles de personas a través de obras de arte realizadas por artistas que daban voz a los que no se podían expresar.
Hablemos de la Segunda Guerra Mundial, evento en el que el liderazgo de Adolfo Hitler fue decisivo y se fortaleció a través de una filosofía en la que los ideales y objetivos comunes debían serlo para absolutamente toda la raza aria, sin excepción. A los alemanes se les convenció y formó una mentalidad en la que una de las creencias más sólidas se refería a la de ser seres superiores a todas las demás razas que habitan sobre la faz de la Tierra, por tanto, solamente lo que ellos pensaran, sintieran y aceptaran como suyo era lo correcto.
En las artes visuales en particular y con el fin de dar cumplimiento a la tarea de clasificar el arte como digno o inadecuado, Hitler organizó todo un departamento que se dedicaba a localizar, comprar, intercambiar y negociar obras de arte que debían ser puestas fuera del alcance de la población alemana. Uno de los cuatro encargados de esta misión, era Hildebrand Gurlitt, un hombre culto y conocedor de arte, quien con el apoyo del mismísimo Hitler y de Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi, clasificó lo que se constituiría como el “Arte Degenerado”, expuesto por primera vez en 1937 en Munich.
Arte y poder: Arte Degenerado
El objetivo de exponer estas obras de era que los alemanes supieran que ciertas formas y obras de arte no eran aceptadas por la "raza superior" y por eso se clasificaban como arte "degenerado", también llamado arte judío o bolchevique.
Esta ideología fue la justificación para confiscar más de 20,000 obras de más de 200 artistas de la época. Los motivos de la elección de las piezas "indignas” eran bastante sencillos y crueles, simplemente todo lo que difería de la forma de pensar de Hitler era considerado como "degenerado". Hitler aceptaba el arte griego y romano y lo llamaba “arte puro” porque decía que era el único que no estaba contaminado por influencias judías, además consideraba que el arte debía ser utilizado con fines de propaganda de su propia ideología. De esta manera, los autores de los trabajos prohibidos, que en su mayoría pertenecían a la corriente expresionista, fueron proclamados locos.
Es curioso que la mayoría de estos artistas sean conocidos como los más destacados entre sus contemporáneos, entre estos “locos” figuraban Paul Klee, Wassily Kandinsky, Edvard Munch y el más degenerado de todos era Pablo Picasso.
La primera exhibición de “arte degenerado” dio inicio a una serie de eventos artísticos en Alemania y se convirtió en una forma muy poderosa de dirigir la opinión general. Los nazis eran buenos psicólogos, ya que en lugar de simplemente destruir las obras de arte que consideraban inapropiadas, decidieron darlas a conocer al público, a fin de no crear mártires, cancelando así la posibilidad de que la destrucción de obras se considerara como un sacrificio. La forma en que lo hicieron funcionó y el arte de la década de 1930 fue marcada por los contemporáneos como "incomprensible y elitista”.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial todas estas obras confiscadas se consideraron perdidas en la destrucción por parte de los Aliados de lo que quedó de la Alemania nazi, sin embargo y aquí viene lo mejor y lo más inverosímil de la historia, es que Hildebrand Gurlitt (que por cierto era mitad alemán y mitad judío), era un hombre cuidadoso y previsor y conservó alrededor de 1500 obras en su colección personal, guardándolas cuidadosamente en el departamento en el que vivió hasta el fin de sus días.
Este hecho fue descubierto en el 2011, cuando su hijo, que entonces tenía ochenta años, provocó que la atención del fisco alemán fijara sus ojos en él, cuando trató de viajar en tren con una enorme cantidad de dinero en efectivo mientras viajaba a Munich, proveniente de Suiza, donde vendió una de estas obras de arte. La desconfianza de los alemanes no se hizo esperar y se dirigieron a revisar su departamento en busca de evidencias de evasión fiscal, para encontrarse con la enorme sorpresa al hallar una colección de obras de arte simplemente increíble, misma que cotejaron con las listas escritas por Gurlitt, donde quedaba el registro oficial de las obras confiscadas, compradas, vendidas, intercambiadas y expatriadas.
Las razones por las cuales el gobierno alemán dio a conocer la noticia del hallazgo hasta principio del mes de noviembre del 2013, casi tres años después de haber encontrado las obras, se desconocen a ciencia cierta y solamente se especulan, sin embargo se cree que el secreto fue guardado entre otros motivos, debido a la movilización y reclamos que los herederos y dueños de muchas de estas obras de arte iniciarían, lo cual, en efecto ha sucedido.
Actualmente se difunde por todo el mundo la iniciativa de solicitar firmas pidiendo al gobierno alemán que publique la lista exacta de las obras encontradas, (aunque Ud., no lo crea, no lo han hecho), ya que se sabe que hay muchísimas más aún desaparecidas, lo cual incluso genera la duda sobre su localización y nuevos “dueños”.
El hallazgo de las obras mencionadas fue difundido por la revista alemana Focus, que estima en mil millones de euros el valor del conjunto.
Es grato saber que se busca la justicia y el no repetir hechos como el robo de obras de arte impune del que te cuento en esta historia. Hace pocos años se ha creado la Asociación de Investigación de Crímenes contra el Arte, ARCA, cuya misión principal es precisamente la investigación de delitos en contra del arte y la protección de la herencia cultural.
Puedes encontrar mayor información en su sitio web: http://www.artcrimeresearch.org/
Hay mucho que hablar, discutir y decidir en relación a la propiedad y restitución de las obras encontradas, algunos de cuyos propietarios, se cree que eran judíos que vendieron estas piezas a cambio de un pasaporte, una visa o su propia vida y/o libertad. Muchas de estas personas han recurrido para la restitución de sus pertenencias robadas y confiscadas en la guerra a organizaciones como la “Conferencia sobre Reclamos Materiales Judíos contra Alemania”: http://www.claimscon.org/
Queda claramente evidenciado el poder de convocatoria de una exhibición como la llamada “Arte Degenerado” y la enorme trascendencia que puede tener el dar luz a manifestaciones a través de las cuales un pueblo entero encuentra voz y reclama lo suyo.
El hallazgo de estas obras vienen a la mente muchas dudas e inquietudes en relación al poder del arte como forma de expresión, como moneda de cambio, como objeto cultural, político y social. Poseer una obra de arte es un privilegio pero también es una obligación cuando se ha formado un criterio, ya que el arte expresa lo que se siente y se piensa, aún cuando uno mismo no sea el autor.
El arte mueve masas, convoca y provoca a la reflexión, pero incluso genera envidias, celos, intrigas, ambición, poder…El gobierno, el pueblo, tú y yo, tenemos a través del arte un medio de expresión inigualable, que en definitiva, es imprescindible conocer, practicar, difundir, reclamar y compartir.
“Cualquier forma de arte es una forma de poder, el arte tiene impacto, puede afectar el cambio, puede no sólo movernos, también nos hace avanzar”.
Ossie Davis
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