La historia del arte ha aportado una gran cantidad de análisis en relación a las funciones con las que cumple el arte, a las que se suma entre muchas otras, el arte como forma de terapia. Usar el arte con fines terapéuticos es una propuesta del siglo XX, que toma su nombre gracias a Adrian Hill y a terapeutas como Margaret Naumburg, su hermana Florence Cane y más recientemente Edith Kramer y Natalie Rogers, entre muchos otros tanto antes como después de los aquí mencionados.
Hablar de terapia de arte o arteterapia es hablar de transformación creativa a partir del uso de las artes expresivas como la pintura y el dibujo, el juego, la escultura y el modelado, el teatro, la literatura, la danza y la música, manifestaciones que además de permitir la expresión de los pensamientos y las emociones, ayudan a que el ser humano conozca, identifique, mejore, corrija y nivele las que Alain de Botton y John Armstrong llaman “debilidades psicológicas”.
Conocerse a sí mismo a través del arte y comprender estas debilidades a partir de la contemplación activa de obras de arte, son propuestas explicadas en este libro, de manera sencilla, clara y evidente, ya que en él se contienen ejemplos variados en cada uno de los casos.
En su libro “Arte como Terapia”, De Botton y Armstrong proponen las siguientes alternativas como asistencia a las debilidades psicológicas del ser humano:
1. Una herramienta de re sensibilización y apreciación:
El arte nos ayuda a volver a examinar el valor de las cosas comunes y corrientes como los colores bonitos en un toque de luz de la mañana en un mantel o los aspectos nostálgicos o familiares de viejas latas de cerveza. El arte promueve la apreciación de los objetos y sus detalles.
2. Un correctivo de la mala memoria:
La apreciación del arte se centra en la esencia y el detalle de la escena en lugar de la totalidad de ella. Efectúa la búsqueda de lo más memorable de la escena que el artista estaba viendo. El arte registra y preserva las emociones tanto del creador como del observador.
3. Una guía para el autoconocimiento:
El arte nos ayuda a completar nuestros propios pensamientos e ideas no. Tenemos un momento creativo cuando vemos una obra de arte que captura a la perfección una sensación o pensamiento que hemos tenido y que no podíamos expresar.
4. Una fuente de dolor dignificado:
El arte incrementa la capacidad de disfrute y la de apreciar y validar el dolor. El arte ofrece una perspectiva diferente o "punto de vista desde el cual estudiar" nuestra propia tristeza, y encontrar una manera de tratar con él.
5. Un proveedor de esperanza:
El arte nos puede mover a las lágrimas e incluso nos puede hacer llorar de alegría. Experimentar tales sensaciones reconfortantes sobre un objeto externo, nos anima a esperar lo mismo para nosotros mismos.
6. Un motivador para el auto crecimiento:
Cuando vemos una imagen de algo que personalmente no hemos experimentado o de una emoción que no tenemos en un contexto personal, podemos tomar el tiempo para pensar en ello, reaccionar e identificarnos.
7. Un agente de equilibrio:
Ganamos el equilibrio a través del arte mediante la adopción de un momento a observar, juzgar y apreciar tanto las cosas que no vemos normalmente, como nuestras respuestas a ellas.
Ahora bien, en cuanto a la contemplación de obras y hechos artísticos, hay muchas maneras de interpretar lo que se observa, De Botton y Armstrong responden de ls siguiente forma en relación a la forma en la que se lee el arte desde el punto de vista terapéutico.
El arte ha sido considerado como un objeto de estudio importante a lo largo de la historia, leyéndose desde cinco diferentes perspectivas:
1. Lectura técnica
2. Lectura política
3. Lectura histórica
4. Lectura efectivista
5. Lectura terapéutica
Una obra puede ser buena o mala, dependiendo de cómo atienda nuestras necesidades internas, cómo aborda una de las siete debilidades psicológicas, desde una mala memoria, hasta la incapacidad de apreciar los modestos detalles que pasamos inadvertidos.
La lectura terapéutica mostrará lo que puede estar ocurriendo en nuestro interior cuando decimos que una obra de arte es buena o mala. Puede ser que nos terminen gustando las mismas obras juzgadas mediante otras lecturas, pero nos gustarán por motivos distintos, porque han ayudado a nuestra alma.
El arte no será considerado bueno “per se”, sino bueno o malo para nosotros en la medida en la que compense nuestros defectos, nuestra falta de memoria, nuestra pérdida de esperanza, nuestra búsqueda de dignidad, nuestras dificultades con el autoconocimiento y nuestros anhelos de amor. Antes de estar frente a la obra de arte ayudará, por tanto, conocer nuestro propio carácter, para saber lo que queremos calmar o cambiar.
Para definir una misión del arte, entonces una de sus tareas es la de enseñarnos a ser buenos amantes: amantes de los ríos y amantes de los cielos, amantes de las autopistas y amantes de las piedras. Y -muy importante-, en alguna parte del camino, amantes de la gente.
En un museo del futuro, la Galería del Amor podría utilizar los recursos del arte para excitar nuestra admiración por alguna de las siguientes cualidades:
· Atención por el detalle
· Paciencia
· Curiosidad
· Resiliencia
· Sensualidad
· Razón
· Perspectiva
Tenemos fragilidades psicológicas conectadas con la contemplación de la naturaleza. Está en sí misma, no es elocuente respecto a su poder, mientras que somos nosotros incapaces de aislar sus mejores partes y no siempre aceptamos el significado de las experiencias que tenemos en su presencia. También aquí podemos recurrir al arte para que nos ayude.
Destaco en esta revisión del libro de De Botton y Armstrong, la enorme importancia que otorgan a la capacidad de observación y de concentración, actividades mentales sin las cuales, conseguir los propósitos terapéuticos y cognitivos que explican, serían prácticamente imposibles. Además, es de hacer notar la trascendencia de la experiencia de emociones positivas como el interés y el entusiasmo en esta forma de comprender el arte.
Para terminar, sugiero la lectura, el detenimiento, la contemplación y el disfrute de un libro en el que la lectura se ofrece de una manera ágil, sencilla y cómoda para un público que no necesariamente tendría una preparación académica en arte y/o en terapia.
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