Depresión y Creatividad
- Aurora Luna Walss
- 27 mar
- 4 Min. de lectura

La depresión provoca sentimientos encontrados, cargados de nostalgia, recuerdos, imágenes de momentos pasados, de personas que se fueron o de sueños no alcanzados, así como dolor.
La depresión ha tenido un aspecto interesantemente productivo a lo largo de la historia del arte y podemos encontrar muchísimos ejemplos de obras maestras realizadas durante procesos en los que los autores han sido víctimas del sufrimiento, la melancolía y nostalgia e incluso de duelo por la pérdida de seres queridos.
Es muy interesante la cantidad de estudios y análisis apoyados por el método científico, de los cuales constan numerosos documentos y publicaciones, relacionando de manera muy cercana el proceso creativo y las enfermedades mentales en las que se asocian procesos depresivos.
Resulta curioso y contradictorio que mientras el ser humano es víctima de una depresión en la que pareciera que todo se aquieta y falta la energía física, haya una parte del cerebro en un estado de agitación tal, capaz de producir en el artista el entusiasmo suficiente para dar a luz una obra, que a partir de una idea, necesita materializarse y salir al mundo real dejando atrás el de los sueños.
Depresión y Creatividad
Desde la primera obra literaria de la que se tiene evidencia, realizada aproximadamente en el siglo XXVII a.C., titulada “El Poema de Gilgamesh”, (también conocido como Cantar o Epopeya), queda plasmada la reflexión sobre el dolor y la melancolía al narrar las aventuras de Gilgamesh, quien se cree que fue un rey sumerio.
En la música, un ejemplo notable de producción artística a partir del dolor es Ludwig van Beethoven, que padeció los estragos de sus excesos con el alcohol, en la forma de cirrosis hepática y trastornos cardiovasculares, además, sufrió grandemente por su sordera y la pérdida de la agudeza visual, como él mismo relata: “habiendo nacido con un temperamento animoso y fiero...pronto hube de retraerme y vivir solitariamente...de qué modo tan cruel he sido doblemente menoscabado por la dolorosa experiencia de mi sordera”.
Hay dos obras del autor que se pueden relacionar de manera más directa con su ánimo depresivo. La primera es una parte de la sonata para piano Opus 10 (No. 3) y la otra es el último movimiento del cuarteto para cuerdas Opus 18 (No.4), al que el propio Beethoven llamó “La Malinconia” (“La Melancolía”) y que bien pudiera considerarse la expresión musical más acabada de las oscilaciones anímicas propias de la psicosis maniaco-depresiva.
Alberto Durero, famoso y muy destacado pintor alemán del siglo XVI, produjo una serie de grabados entre los que destaca “Melancolía I”, célebre obra maestra ejemplo de una complicada representación del análisis de la mente del artista en la que se combinan elementos de dibujo con numerología, geometría y simbología. Esta obra ha sido interpretada por numerosos autores, develando los secretos del artista y poniendo de manifiesto su carácter melancólico.
Un ejemplo más de la combinación entre el proceso creativo y la personalidad depresiva en la pintura, lo aporta Joan Miró (1893 a 1983), quien como tema recurrente de sus obras utilizó la fugacidad de la vida, utilizando en muchas de sus obras, un elemento visualmente característico de la depresión: la escalera, que además el símbolo de la ilusión, de alcanzar el sueño o de escapar de la realidad.
Otro ejemplo que no puede pasar desapercibido es el famoso cuadro de Eduard Munch titulado “El Grito” que al paso del tiempo se ha convertido en la representación pictórica por excelencia de la angustia existencial.
Ahora bien, estudios científicos comprueban que el proceso creativo permite al artista crear “lagunas” en las que la persona se sumerge dejando salir las emociones más profundas a partir de la obra de arte. Expresiones como “Cuando pinto me evado”, “Pierdo el sentido del tiempo mientras escribo”, “Cuando compongo viajo a lugares distantes”, “Me siento como invisible”, etc., son una muestra de que mientras que el proceso se disfruta, el sufrimiento se toma como fuente inspiradora o energía que mueve a la creación.
El artista al crear, se enfoca tanto en su objeto dejando por momentos a un lado el sufrimiento y permitiéndose el disfrute, pudiendo entonces sentirse y experimentarse vivo y fuerte. Frida Kahlo, pintora mexicana es un ejemplo claro de sufrimiento físico transformado en creaciones magistrales producto de sus propias vivencias, en las que deja plasmado su dolor, además de dejar en claro un profundo conocimiento de sí misma, producto de una enorme cantidad de tiempo en el proceso de la auto observación. “Me pinto a mí misma porque soy el motivo que mejor conozco”, es una de sus más famosas frases.
En la literatura, te invito a leer algunos poemas de Gustavo Adolfo Bécquer, Federico García Lorca, las obras de Shakespeare, de Dante Alighieri, de Miguel de Cervantes, Virginia Woolf, de Ernst Hemingway y de Alfonsina Storni por tan solo mencionar algunos, para evidenciar la forma en la que el dolor se materializa, se siente y se comparte a través de la palabra.
Si aún poniendo tu mejor esfuerzo hay momentos en los que te sientes triste, date permiso de experimentar y sentir, deja salir la emoción recordando que así como hay momentos malos, siempre, con toda seguridad, habrá épocas mucho mejores. No pierdas la esperanza y siempre conserva viva tu fe, pero sobre todo recuerda siempre que tú tienes el control de cada pensamiento e idea que pasa por tu cabeza, alimenta entonces tu mente, nutre tu espíritu y opta por ser creativo, que definitivamente sí es posible aún en medio del más profundo dolor.
"La vida no es una serie de lámparas en concierto simétricamente dispuestas;
la vida es un halo luminoso, una envoltura semitransparente que nos rodea desde el principio de la conciencia hasta el final".
Virginia Woolf
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